Yo nunca tuve un peluche
Estuve recordando un poco mi infancia sentado en los columpios del boulevard de Iquitos. El cielo claro del día y algo soleado, al frente una valla verde separada por el río Itaya. Y esos recuerdos, que se comparaban con los años de ahora.
Imaginarme que han pasado tan solo "unos años" desde que entre compañeros nos ibamos a columpiarnos en el boulevard de Iquitos. Muchas de esas salidas las hacía solo. Me divertía sentado meseándome con tan solo el equilibrio de mi cuerpo. Al principio tenía miedo, luego me fui acostumbrando a no tener los pies en la tierra y a no tener miedo de caerme o golpearme a los costados.
Mi mochila era una simple mochila con cuadernos pequeños, el lapicero y la libertad. Un equipaje sencillo para un niño de primaria y de secundaria. Nuevamente ¡Cuánto han pasado los años! No tuve celular cuando era pequeño, ni juguetes y ni siquiera un solo peluche. Recuerdo que mi madre me negó comprarme una pelota.
En secundaria tuve que prestar bicicleta para aprender a conducir y para remate se me pinchó la llanta, buscando quien repare eso logré hacerme del fiado para poder cumplir con la persona que me prestó. Tuve una vida llena de privaciones. Siempre quise tener muchas cosas para mí. Recuerdo que tuve que sustraer dinero para comprarme un muñeco de los que me gustan y encima fue mi pequeño perrito quien me delató jajajaja había escondido mi juguete que tanto quería y el majadero lo mordió fuera.
Siempre quise tener un juguete, pero todo se me negó. Siempre quise tener un peluche, pero todo se me negó. Siempre quise tener las cosas que me gustan, pero siempre se me daba lo que no me gustaba y para tener lo que me gustaba de niño tuve que robar. Es humillante este recuerdo, la realidad a que somos sometidos por padres que teniendo aprendieron a ser mesquinos con sus propios hijos.
Quise estudiar psicología y volverme médico que oriente y ayude a las personas, también se me negó porque solo se puede estudiar en universidad particular. Amo los hospitales y me gustaría estar en un hospital haciendo turno ahora. Quise estudiar inglés cuando terminé el colegio y apenas llegué al tercer mes porque ya no quisieron pagármelo. Aprendí computación solo para agradar a las persoans y empezaran a dejar de decirme inútil, fue en vano porque al final solo me ignoraban. Quise estudiar lengua y literatura para volverme escritor y terminé escribiendo mi propia caída: quise ser amado y terminé defraudado. Quise perderme en el espacio solo porque nadie me quería a su lado. Quise viajar a paser y tuve que aprovechar situaciones para poder hacer lo que yo quiero. Quise muchas cosas, pero los que estaban junto a mi solamente me hacían daño.
Pero este artículo no lo escribo para desahogarme de la administración familiar. Sentado en la silla del columpio me acordé del último peluche que regalé. Se lo regalé a una mujer muy especial, una mujer por quien sacrifiqué mi orgullo y hasta mi propia vida. Amo a esa mujer, pero ella no reconocerá eso de mí, esa mujercita es mi hija. Nuevamente fui decepcionado, ignorado y puesto por un lado.
¿Y me llaman holgazán? ¿y me llaman débil? Soy más fuerte incluso que las personas que me critican sin conocerme. Me he caído mil veces y las mil veces tuve que levantarme porque si no nadie me estiraría la mano. Lloré noches enterás para superar un trauma emocional fuerte que me dejó en paranoia y principios de esquizofrenia. Lloré noches amargas cuando no tenía lo que más amaba cerca. Yo nunca tuve un peluche porque nadie me regaló ni tuvo el gesto amable conmigo de darme algo, ni mucho menos algo que me guste. Yo nunca tuve un peluche, pero Dios me hablaba directamente a mi corazón y creo que por eso sigo en pie. Tú también puedes.
Giovanni Mori Escritor y Fotógrafo Freelance. Dios te bendiga. ¡Deja tu comentario! ¡¡¡Gracias por tu Visita y No olvides regresar!!!
Imaginarme que han pasado tan solo "unos años" desde que entre compañeros nos ibamos a columpiarnos en el boulevard de Iquitos. Muchas de esas salidas las hacía solo. Me divertía sentado meseándome con tan solo el equilibrio de mi cuerpo. Al principio tenía miedo, luego me fui acostumbrando a no tener los pies en la tierra y a no tener miedo de caerme o golpearme a los costados.
Mi mochila era una simple mochila con cuadernos pequeños, el lapicero y la libertad. Un equipaje sencillo para un niño de primaria y de secundaria. Nuevamente ¡Cuánto han pasado los años! No tuve celular cuando era pequeño, ni juguetes y ni siquiera un solo peluche. Recuerdo que mi madre me negó comprarme una pelota.
En secundaria tuve que prestar bicicleta para aprender a conducir y para remate se me pinchó la llanta, buscando quien repare eso logré hacerme del fiado para poder cumplir con la persona que me prestó. Tuve una vida llena de privaciones. Siempre quise tener muchas cosas para mí. Recuerdo que tuve que sustraer dinero para comprarme un muñeco de los que me gustan y encima fue mi pequeño perrito quien me delató jajajaja había escondido mi juguete que tanto quería y el majadero lo mordió fuera.
Siempre quise tener un juguete, pero todo se me negó. Siempre quise tener un peluche, pero todo se me negó. Siempre quise tener las cosas que me gustan, pero siempre se me daba lo que no me gustaba y para tener lo que me gustaba de niño tuve que robar. Es humillante este recuerdo, la realidad a que somos sometidos por padres que teniendo aprendieron a ser mesquinos con sus propios hijos.
Quise estudiar psicología y volverme médico que oriente y ayude a las personas, también se me negó porque solo se puede estudiar en universidad particular. Amo los hospitales y me gustaría estar en un hospital haciendo turno ahora. Quise estudiar inglés cuando terminé el colegio y apenas llegué al tercer mes porque ya no quisieron pagármelo. Aprendí computación solo para agradar a las persoans y empezaran a dejar de decirme inútil, fue en vano porque al final solo me ignoraban. Quise estudiar lengua y literatura para volverme escritor y terminé escribiendo mi propia caída: quise ser amado y terminé defraudado. Quise perderme en el espacio solo porque nadie me quería a su lado. Quise viajar a paser y tuve que aprovechar situaciones para poder hacer lo que yo quiero. Quise muchas cosas, pero los que estaban junto a mi solamente me hacían daño.
Pero este artículo no lo escribo para desahogarme de la administración familiar. Sentado en la silla del columpio me acordé del último peluche que regalé. Se lo regalé a una mujer muy especial, una mujer por quien sacrifiqué mi orgullo y hasta mi propia vida. Amo a esa mujer, pero ella no reconocerá eso de mí, esa mujercita es mi hija. Nuevamente fui decepcionado, ignorado y puesto por un lado.
¿Y me llaman holgazán? ¿y me llaman débil? Soy más fuerte incluso que las personas que me critican sin conocerme. Me he caído mil veces y las mil veces tuve que levantarme porque si no nadie me estiraría la mano. Lloré noches enterás para superar un trauma emocional fuerte que me dejó en paranoia y principios de esquizofrenia. Lloré noches amargas cuando no tenía lo que más amaba cerca. Yo nunca tuve un peluche porque nadie me regaló ni tuvo el gesto amable conmigo de darme algo, ni mucho menos algo que me guste. Yo nunca tuve un peluche, pero Dios me hablaba directamente a mi corazón y creo que por eso sigo en pie. Tú también puedes.
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