El Enemigo del Cristiano
El principal enemigo del cristiano no es
diablo o como quieran llamarlo, tampoco los demás espíritus malos, menos los
que desean nuestro mal. Quien es nuestro enemigo, al que más debemos dominar
con la ayuda de Cristo Jesús y por quien Jesús se entregó en la cruz del
calvario, ya que el hombre por sí mismo no era capaz de vencerlo. Su nombre es:
LA MUERTE. A
este principal enemigo solo lo podemos vencer si aceptamos en nuestro corazón
que Jesús venció a la muerte al sacrificarse en la cruz del calvario, morir y
ser resucitado por Dios Padre al tercer día ¡Amén!
A la muerte Jesús venció. Hace 2013 años,
un niño vino en un pesebre, de madre virgen, quien aceptó la voluntad de Dios
sobre ella. Mientras Dios ponía a su hijo unigénito en el mundo, pastores y
reyes magos lo adoraron y columnas de ángeles alababan a lo alto. Dios protegió
a su hijo de la fuerzas de Herodes. Vueltos de Egipto, lo confirmaron ante las
leyes judías. El niño crecía en sabiduría y amor a Dios, con todos los rasgos,
personalidad y emociones de los hombres, aún así se mantuvo lejos del pecado.
Su primer milagro fue convertir el agua
de una fiesta de bodas en vino. Cuando fue bautizado el Espíritu de Dios lo
confirmó, acercándose sobre él en forma de Paloma. Hizo milagros, sanidades,
reunió doce apóstoles y predicó la verdad del evangelio de paz, logrando reunir
multitudes a las que pudo alimentar con 5 panes y 2 pescados. Pero el mayor
milagro que Jesucristo hizo para nosotros fue salvarnos de la muerte. Siendo entregado por traición, se mostró
manso y humilde delante de los líderes judíos y las autoridades romanas. Fue
crucificado en medio de insultos y escupidas, humillado hasta el extremo
mientras su cuerpo molido por los 40 latigazos romanos cargaba una tremenda y
pesada cruz.
En la muerte en la cruz, Jesús no estaba
siendo humillado en vano. Mientras sus enemigos terrenales se burlaban,
mientras Satanás observaba extasiado como se humillaba al Hijo unigénito de
Dios, Jesús estaba luchando tercamente, sin vacilar, que aunque hubiera querido
bajar de esa cruz inmediatamente, no dudo, lloró, perdonó, las heridas le
ardían, pero en eso Jesús sabía que llegaba por fin la hora, la hora de cumplir
el sueño anhelado del Dios Padre a quien amaba con todo su ser, que era:
¡Salvar al hombre de la muerte!
Seguro ni Satanás ni la muerte se
esperaban que Jesús, convertido en hombre y con poder bajara hasta los abismos
para arrebatarle al Diablo las llaves y someter a la muerte por debajo de sus
pies. Tal vez pensaron que como era también hombre, podrían retener al señor;
pero Jesús los derrotó: Y eso pasó. Sometidos ambos, tuvieron que aceptar que
Jesús es el hijo de Dios y que se había cumplido la salvación del hombre. Al
tercer día, ante la conmoción de soldados y un terremoto, Jesús resucitaba con
poder y gloria, confirmando el poder del padre para salvarnos. Se apareció a
sus discípulos, a quienes estuvieron con él y a las mujeres que les
acompañaron. Pronto ascendió al cielo, para que nuestro consolador viniera a la
tierra. Sus discípulos predicaron todo esto que vieron y hasta este día, de
este mes de junio, el testimonio de aceptar la muerte y resurrección de Jesús
es el primer y único paso para alcanzar la gracia y salvación de Dios.
Jesús venció a la muerte. Por gracia
somos salvos, no por obras. Que nadie te engañé. Jesús ya hizo el único
sacrificio por tus pecados, el se entregó por ti, para que tú ya no tengas cada
año que presentar sacrificio, pues él es el único sacrifico y ofrenda por tus
maldades que se manifiestan por la ley. Cree en tu corazón esta verdad, y
podrás ser salvo. Jesús te llama a la salvación, ven a él. Amén.
Dios te bendiga.
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