El Valor de una Promesa
Se dice que las personas en un momento emocional pueden prometer. Se prometen incluso para sí mismos. Las promesas no son un mero impulso emocional, van más allá, porque en realidad son espirituales y no se rompen hasta cuando la promesa ha sido cumplida.
Hacer promesas tiene mucho que ver con la naturaleza humana, no se nos enseña a prometer ya que aparecen de manera innata en nuestro subconsciente y florecen en nuestro consciente. Al no ser aprendidas, surgir por sí solas y formar parte de nuestra realidad social subjetiva, se convierten no solo en nuestra identidad emocional, sino que además en nuestra realidad espiritual, que se conecta a un plano que va mucho más allá de nuestros ojos. Por eso se debe tener muy claro que las promesas no se deben romper por gusto o por mero impulso emocional.
Las promesas no se rompen hasta que sean cumplidas. Esto porque están protegidas por nuestra identidad espiritual, si se rompen ese impulso nos traerá maldición. A veces escuchamos preguntas como "¿por qué me pasa esto a mí?" "¿Qué hice para merecer esto?", que en su mayoría de casos suelen suceder por promesas que hicimos en el pasado y no hemos cumplido en el presente.
Nuestro pasado también cuenta y mucho en el giro de los acontecimientos de nuestro presente.Esto quiere decir que somos hijos del presente, afectados por el pasado o que llevamos cicatrices del pasado. Si una vez prometimos, estamos en la obligación de cumplirlo, o nuestro presente se verá estropeado y veremos muchas trabas y problemas para conseguir nuestras metas. ¿Por qué puede pasar esto? Nuestra identidad espiritual es la respuesta. Hace 2012 años un hombre lo dijo: "No podéis hacer blanco ni uno solo de vuestros cabellos, así que no juréis ni por el cielo, ni por la tierra, ni por vosotros mismos".
Conviene recordar dos adverbios de tiempo muy mágicos: Siempre y Nunca. Lo que diga nuestros labios sale de nuestro corazón y queda sellado en nuestra identidad espiritual. No olvides lo que está en negrita, pues te servirá para andar correctamente toda tu vida. En muchos escritos y hasta en charlas aparecen mágicamente "Siempre y Nunca": Siempre estaremos juntos, nunca te dejaré; Siempre te amaré, Nunca podré olvidarte"... Y hay muchas otras fórmulas que aparentemente inocentes, "figurativas" o como quieras justificar tu absurda ignorancia, se dicen en momentos en que la felicidad es sublime o que se piensa que así demostramos cariño o seguridad. ¡Ojo! Nunca hagas una promesa solo para cubrir tu inseguridad emocional, el resultado puede ser depresión, angustia y rechazo por ti mismo.
Claro, que ser subjetivo y demostrar el cariño que tenemos por la pareja, la capacidad que poseemos por presentar o realizar metas, entre otros, puede ser una buena razón para realizar una promesa; sin embargo, por la dualidad que ellas tienen de ser identidad emocional-identidad espiritual, es mejor no arriesgarse a dolores o trabas en el camino por no cumplirlas. Sepamos correctamente evocar nuestras ideas y encaminarnos en nuestros propósitos sin utilizar promesas, así nos evitaremos molestias por culpas de "equívocos del pasado".
También tengamos muy en cuenta la forma como nos expresamos, para que estás no sean promesas. No necesitas usar "siempre", "nunca", "te prometo", basta una construcción como "haré que.... suceda" es sencilla, pero ya estás prometiendo. En todo caso, si te ves en una encrucijada, puedes usar fórmulas que te defiendan en caso no puedas cumplir, algo como "tomaré las medidas a mi alcance para que él pueda responder tu mensaje". ¿Por qué? Nosotros NO SOMOS TODOPODEROSOS, la mejor forma de evitar los castigos por promesas no cumplidas es RECONOCIENDO QUE TENEMOS LÍMITES, y esa aptitud de humildad nos librará de muchos problemas en nuestro presente o, quizás, en nuestro futuro.
¡Buen día!
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"No te rindas, llegaremos juntos a la orilla,
quédate quieta en el tabla;... tengo frío y y siento
que mi cuerpo se congela... no te rindas, llegaremos"
Hacer promesas tiene mucho que ver con la naturaleza humana, no se nos enseña a prometer ya que aparecen de manera innata en nuestro subconsciente y florecen en nuestro consciente. Al no ser aprendidas, surgir por sí solas y formar parte de nuestra realidad social subjetiva, se convierten no solo en nuestra identidad emocional, sino que además en nuestra realidad espiritual, que se conecta a un plano que va mucho más allá de nuestros ojos. Por eso se debe tener muy claro que las promesas no se deben romper por gusto o por mero impulso emocional.
Las promesas no se rompen hasta que sean cumplidas. Esto porque están protegidas por nuestra identidad espiritual, si se rompen ese impulso nos traerá maldición. A veces escuchamos preguntas como "¿por qué me pasa esto a mí?" "¿Qué hice para merecer esto?", que en su mayoría de casos suelen suceder por promesas que hicimos en el pasado y no hemos cumplido en el presente.
Nuestro pasado también cuenta y mucho en el giro de los acontecimientos de nuestro presente.Esto quiere decir que somos hijos del presente, afectados por el pasado o que llevamos cicatrices del pasado. Si una vez prometimos, estamos en la obligación de cumplirlo, o nuestro presente se verá estropeado y veremos muchas trabas y problemas para conseguir nuestras metas. ¿Por qué puede pasar esto? Nuestra identidad espiritual es la respuesta. Hace 2012 años un hombre lo dijo: "No podéis hacer blanco ni uno solo de vuestros cabellos, así que no juréis ni por el cielo, ni por la tierra, ni por vosotros mismos".
Conviene recordar dos adverbios de tiempo muy mágicos: Siempre y Nunca. Lo que diga nuestros labios sale de nuestro corazón y queda sellado en nuestra identidad espiritual. No olvides lo que está en negrita, pues te servirá para andar correctamente toda tu vida. En muchos escritos y hasta en charlas aparecen mágicamente "Siempre y Nunca": Siempre estaremos juntos, nunca te dejaré; Siempre te amaré, Nunca podré olvidarte"... Y hay muchas otras fórmulas que aparentemente inocentes, "figurativas" o como quieras justificar tu absurda ignorancia, se dicen en momentos en que la felicidad es sublime o que se piensa que así demostramos cariño o seguridad. ¡Ojo! Nunca hagas una promesa solo para cubrir tu inseguridad emocional, el resultado puede ser depresión, angustia y rechazo por ti mismo.
Claro, que ser subjetivo y demostrar el cariño que tenemos por la pareja, la capacidad que poseemos por presentar o realizar metas, entre otros, puede ser una buena razón para realizar una promesa; sin embargo, por la dualidad que ellas tienen de ser identidad emocional-identidad espiritual, es mejor no arriesgarse a dolores o trabas en el camino por no cumplirlas. Sepamos correctamente evocar nuestras ideas y encaminarnos en nuestros propósitos sin utilizar promesas, así nos evitaremos molestias por culpas de "equívocos del pasado".
También tengamos muy en cuenta la forma como nos expresamos, para que estás no sean promesas. No necesitas usar "siempre", "nunca", "te prometo", basta una construcción como "haré que.... suceda" es sencilla, pero ya estás prometiendo. En todo caso, si te ves en una encrucijada, puedes usar fórmulas que te defiendan en caso no puedas cumplir, algo como "tomaré las medidas a mi alcance para que él pueda responder tu mensaje". ¿Por qué? Nosotros NO SOMOS TODOPODEROSOS, la mejor forma de evitar los castigos por promesas no cumplidas es RECONOCIENDO QUE TENEMOS LÍMITES, y esa aptitud de humildad nos librará de muchos problemas en nuestro presente o, quizás, en nuestro futuro.
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