El Águila que Despreció a su Maestro - Fábula
Está es una hermosa fábula conocida que la he modificado, dándole otro giro literario y narrativo para lograr enseñar una muy complicada verdad. Espero que lo entiendan y si no me dejáis un mensaje.
Está era un
águila vieja, pronta a morir, que viendo hacia una granja en pleno vuelo,
diviso a un individuo de su misma especie. Acercándose le dijo:
- “Hola ¿Qué
haces tú aquí con ellos?
- Respondió:
“Yo soy como ellos, soy ellos”.
- El águila
vieja replicó: Nooooooooooo, tú eres como yo!!!
- Él chiquillo
dijo: ¿Un viejooo?
- No idiota,
un águila. Tú puedes volar, conquistar los cielos, ser el rey de las montañas.
- Pero cómo
es eso. A mí siempre me enseñaron a comer maíz, a cacarear, a estar entre ellos
y a esperar que me maten para que me coman.
- Oyee
reconcha tu mare, mira bien lo que voy a hacer.
El águila
vieja se paró y en su majestuosa vejez agitó las alas suavemente, aumentando su
ritmo lentamente. Así hubo ganado altura del piso asombrando a todos los que
estaban alrededor. Este gesto dejó boquiabierto al individuo, que en realidad
era un águila joven.
- Ahora te
toca a ti, dijo el águila viejo al águila joven.
Temeroso,
dudoso, incrédulo, se paró y empezó a agitar las alas. Superó su miedo y empezó
a ganar altura: 1 metro, 1 metro y medio, 4 metros, 8 metros. El águila joven
estaba feliz porque el viejo incluso le había enseñado a volar muy bien a 20
metros de altura. Entonces el viejo dijo:
- Es hora de
enseñarte a conquistar los cielos y que te vuelvas también el rey de las
montañas.
- ¡No!
–replicó el águila joven. No voy a depender toda mi vida de un viejo como tú,
lo haré solo.
- ¿Estás
seguro? – respondió el águila viejo sorprendido.
Entonces al
mirarle, el águila joven alzó vuelo por sí solo, yendo solo se alejó de la
granja. Llevado por sus alas alcanzó los 600 metros, los 800, los 1000 metros y
hasta más de los 1200 metros de altura y ¡solo!
Cuando de
pronto empezó a sentir la presión de la atmósfera, respiraba con dificultad por
su falta de costumbre, la fortaleza de la altura empezó abatiendo su cuerpo y
al no poder controlarse por los metros que ya llevada en el aire, se chocó
fuertemente contra un árbol en una montaña, golpeó bruscamente contra una roca antes
de caer en tierra sobre una pequeña hendidura.
Malherido,
con las alas sin poder moverlas, el águila joven deseaba vehemente que llegara
el águila viejo, pero aquel viejo que estaba moribundo, había dejado el mundo
en vuelo hacia otros cielos. El águila joven no lo sabía.
Pasaron 20 días hasta que el granjero de pura casualidad, buscando en esos lugares unas hojas medicinales, lo encontró. Lo recogió debilucho, herido y lánguido. Se lo llevó otra vez a la granja. Al sanarse, frustrado por su desgracia y su falta de aprendizaje de la clase más importante que rechazó del viejo, en vuelo lo buscó y no halló más que un poco de tierra y algunas plumas del anciano. Entristecido, volvió a la granja, en agradecimiento al granjero por haberlo salvado, decidió cuidar la granja y a las gallinas, haciendo rondas en vuelo por todo el lugar.
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